Oskar tiene 12 años, sufre acoso escolar y disfruta coleccionando recortes de periódicos donde se habla de los asesinos en serie más buscados de su ciudad. Su única amiga es Eli, una chica de “su misma edad” que acaba de mudarse al barrio y cuya llegada coincide con alguno de los crímenes cometidos en la zona. Oskar sólo puede ver a Eli por la noche porque ella es un vampiro
Calificada como una película de terror (por ser una película de vampiros), Déjame Entrar cuenta con un guión simple pero efectivo y va acompañada de una atmósfera tan absorbente que consigue atraparte y casi sin darte cuenta te envuelve. Una historia que, aunque pueda resultar aburrida en ocasiones, debido a la lentitud de la trama, está dotada de una fuerza emocional aplastante.
En esta película no veremos a vampiros conduciendo vehículos de motor, ni usando pistolas ni yendo al instituto en plena luz del día. Tampoco encontraremos a vampiros atormentados por ser lo que son: bebedores de sangre. En esta película nuestra vampira es bajita, sin capa y es tan consciente de su condición vampira que no trata de huir de lo que verdaderamente es.
Déjame Entrar cuenta con dos versiones: una sueca protagonizada por Lina Leandersson (Eli) y Kare Hedebrant (Oskar). Y otra más reciente americana, cuyos protagonistas, en esta ocasión son: Kodi Smit-McPhee (Owen, en la versión americana) y Chloe Moretz (Abby).
La versión sueca de Déjame Entrar, fue dirigida por el aclamado director Tomas Alfredson y es la adaptación cinematográfica del bestseller del mismo nombre de John Ajvide Lindqvist que ha sido premiada en numerosos festivales. Entre sus múltiples premios, ha ganado la Medalla de Oro a la “Mejor película fantástica europea” en el festival de Sitges.
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