miércoles, 2 de septiembre de 2009

Sí Sé Crecer


El ser humano tiene dos lados bien diferenciados, el niño y el adulto.


Algunas personas han sabido “deshacerse” de su niño interior con el propósito de convertirse en adultos serios y responsables. Otras, en cambio, adquieren el llamado “síndrome de Peter Pan” porque se resisten a crecer. Este síndrome se da en aquellas personas que temen dejar de ser niños para convertirse en padres. Pero...¿Qué pasa con aquellas personas que quieren ser adultos responsables sin dejar a un lago su niño interior?. Los psicólogos advierten que esa es, precisamente, la forma en la que un adulto puede llegar a ser completo y feliz.


Titulé mi fotolog “Yonosecrecer” en honor a “Peter Pan”, el eterno niño que se negaba a crecer. Siempre me han dicho que padezco el síndrome de “Peter Pan”, porque, en el fondo, soy como una niña atrapada en un cuerpo de adulta que se negaba a madurar. Sin embargo, y si hacemos caso de lo que dicen los psicólogos, puedo decir abiertamente que yo: “Sí Sé Crecer”.


*Los adultos infelices siempre están atrapados en su mundo de obligaciones: ya no se paran a pensar en todo lo bueno que le ofrece ese mundo que tanto les sorprendía y les maravillaba cuando eran niños. A pesar de mis responsabilidades y obligaciones, a mí el mundo nunca deja de sorprenderme: sé que aún me queda mucho por ver y descubrir (por eso lo sigo viendo todo como cuando tenía cinco años. :D)


*Los adultos sin imaginación son aquellos a los que se le ha olvidado soñar. Ya no conocen el camino hacia Nunca Jamás porque ya no saben volar. Yo, sin embargo, soy capaz de vivir en ambos mundos. En el real cuando hago frente a mis deberes y compromisos; y en el imaginario, cuando necesito evadirme de la realidad que nos ha tocado vivir. El camino hacia Nunca Jamás es muy fácil: sólo tengo que doblar en la segunda estrella y viajar en línea recta hasta el amanecer. Allí me esperan los niños perdidos: mis personajes imaginarios a los que luego doy vida en mis historias. Más tarde me reúno con campanilla: mi intuición, mi conciencia. La luz que me guía hasta el final del camino y me lleva devuelta a casa cuando lo considera oportuno. Una vez en Nunca Jamás me doy cuenta de una cosa: Peter Pan tiene una compañera de aventuras: Wendy. Peter Pan no duda en invitar a Wendy a ir con él a Nunca Jamás. Aunque al principio Wendy teme ir con Peter, luego siempre le acompaña en todas sus aventuras. Yo, sin embargo, viajo sola a mi Nunca Jamás. ¿La razón? Supongo que, en este caso, soy yo quien teme que alguien visite mi particular Nunca Jamás. ¿El por qué de ese temor? Ni yo misma lo sé.


Tras esta extraña publicación, he llegado a la siguiente conclusión: a pesar de tantos cambios repentinos sufridos en tan poco tiempo; a pesar de tantas adversidades y obstáculos pasados; conservando ese lado infantil que tanto me caracteriza y atesorando tanto mis cualidades como mis defectos puedo sentirme orgullosa de una cosa: he aprendido a crecer siendo la misma de siempre.

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