sábado, 19 de septiembre de 2009

Robert Kincaid



Cuando pienso en porqué hago fotos, la única razón que se me ocurre es que me parece que he estado viajando hacia aquí. Y….ahora….me parece que todo cuanto he hecho en esta vida me ha estado conduciendo hasta ti.
(Robert Kincaid, Ciudadano del Mundo)


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¿Qué tienen en común un fotógrafo que ha recorrido medio mundo y una “simple” ama de casa que vive en una granja en mitad de ninguna parte? Sólo tienen una cosa en común: cuatro días llenos de intenso amor. Un amor inolvidable para ambos. Un amor vivido intensamente durante cuatro días pero que ellos recordarán el resto de sus vidas. Un amor que pocas personas experimentan y, otras, en cambio, no han llegado a conocer jamás. Una historia de amor aparentemente inverosímil pero de igual modo mágica. Una historia de amor que a más de uno le gustaría vivir alguna vez pero que al pasar los años descubre que nunca le llegará ese momento. Un idilio sencillo plagado de dulces besos y sinceras palabras. Un idilio que si hubiese tenido otro final, no habría tenido ningún sentido. Cómo diría Jane Austen: “No todos los grandes finales tienen por qué ser felices”


Cada detalle de los Puentes de Madison será recordado como una de las mejores historias de amor jamás contada. Y Robert Kincaid, será recordado como el perfecto caballero que a toda dama le gustaría tener a su lado. Un hombre de mundo. Un bohemio solitario con miles de historias que contar. Unas historias que luego relata con gran maestría y adorna con hermosas palabras. Un ciudadano de mundo que habla a través de sus fotos y que no necesita nada más para ser feliz. Una persona cuyo lugar en el mundo se encuentra dentro del propio mundo. Una de esas personas a las que jamás llegas a conocer plenamente por mucho que lo intentes. Una de esas personas que, pese a ello, te gustaría dejar entrar en tu mundo y no dejarla salir de ningún modo. ¿Por qué? Porque sabes que simplemente, son así. No las puedes cambiar, pero las puedes amar.


*Sí, hay películas que todos deberíamos visionar, al menos, una vez en la vida. Los Puentes de Madison (ya vista unas pocas de veces xdd) es una de ellas.


*Hay personajes que no se deben olvidar. Robert Kincaid es uno de ellos.


*Hay finales que permanecerán clavados en nuestra memoria para siempre: la escena de Robert llorando bajo la lluvia observando desde la lejanía a su amada Francesca, es una de ellas. También inolvidable la escena del semáforo. El coche de Robert delante, ella detrás con su marido y con la mano apoyada en la puerta de su coche, indecisa. Mientras, él, parado en mitad de la calle, aún con el semáforo en verde y la intermitencia puesta hacia la izquierda, esperando a que ella tome la decisión adecuada.

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